Jugar por jugar
Jugar porque sí
Jugar para divertirme
Jugar porque soy chico.
Hay pocos sucesos que podemos garantizar que han formado parte de las vivencias de una persona de manera inexorable cuando éramos niños: muchos tuvimos mascotas y muchos no; muchos practicamos deportes y muchos no; muchos tocábamos algún instrumento y muchos no; pero todos, todos de niños –con permiso o sin él- hemos jugado….
Y como todos hemos jugado, ¿qué mejor manera de invitar a los alumnos de primer grado a recorrer la historia, afianzar su proceso de alfabetización y tener ávidas ganas de conocer que a través del juego, haciendo de éste nuestro objeto de conocimiento, nuestra excusa para adentrarnos en la investigación cual exploradores y científicos?
Y, para cerrar este hermoso proyecto hemos invitado a las familias a jugar…
Porque cuando la enseñanza se traza a partir de una experiencia, las vivencias generan huellas, y eso sólo se logra si el punto de partida nos despierta emociones, nos hace vibrar, nos energiza, nos contagia, nos emociona, nos envuelve… Y El juego logra todo eso en un aquí y ahora.
Jugar nos une, nos sana. Nos moviliza, nos saca sonrisas, nos despierta, nos ilusiona.
Porque Jugar es un derecho y también una OBLIGACIÓN.